jueves, 31 de enero de 2013

Les Feries. Lena

▸ 1894: buenos jornales y hombres de todas las latitudes cuya principal virtud no era el ahorro... 

Les Feries (Fiestas de Nuestra Señora del Rosario) que comienzan el segundo viernes de octubre.

Es la fiesta grande de la capital del concejo de Lena, Pola de Lena (La Pola), relacionada con la festividad de Nuestra Señora del Pilar (12 de octubre). Multitud de actividades ocio-culturales tienen lugar en la villa durante el fin de semana festivo. La tradición gastronómica más arraigada en estos festejos es la degustación del típico plato de callos el Viernes de Feries tanto en casas como en restaurantes.

Cómo nacieron Les Feries

Desde tiempo inmemorial el patrón de Lena es el santo francés San Martín de Tours. Hasta la primera década del pasado siglo las fiestas patronales —lógico era— se celebraban en honor de dicho santo.

Las fiestas próximas resultaban casi siempre deslucidas dada la época en que se celebraban —el mes de noviembre—. Por eso los lenenses de entonces hacían la fiesta en la solemnidad del Corpus. Había por esas fechas festejos populares y bailes de sociedad. Aparte de unos fervorosos autos de fe. Nadie, pues, en Lena pensaba en trasladar la fecha de nuestra fiesta mayor. El Corpus servía para que se olvidase que casi siempre las patronales de San Martín eran a causa del tiempo un verdadero fracaso.

Pero un suceso acaecido durante la guerra de Independencia sirvió para que los lenenses demostrasen que en realidad no estaban conformes con celebrar los festejos en el ya casi invernizo noviembre.

Corría el 1810. Era el día del Corpus. Lena, que estaba sometida a la dominación francesa, se aprestaba a celebrar tan solemne fiesta. El incidente primero surgió en aquel primaveral día, cuando los fieles lenenses, en señal de protesta, no sacaron en la procesión al santo patrón, por aquello de ser francés. Pero alertado el comandante militar de la plaza por algún «afrancesado», éste ordenó a cuatro soldados que portasen la imagen de San Martín. Al incorporarse éstos con el santo a la procesión, la gente se negó a continuar la marcha por las calles de la villa. Hubo un rápido cambio de impresiones entre el comandante de la fuerza y el párroco, y éste, por evitar incidentes, exhortó a los fieles a que participasen en el acto de fe. El ruego se cumplió a duras penas. Y la procesión continuó entre un clima de alta tensión. Hubo detenciones. Y las gaitas de los vecinos de Brañalamosa, el Valle y Piedraceda, inveterados asistentes a la procesión, que siempre ponían un alegre contrapunto a la terminación de los actos religiosos, aquel año permanecieron mudas.

A la noche siguiente, los salones del Ayuntamiento, regido entonces por «afrancesados», iba a abrir sus puertas por el baile de gala del Corpus. Pero al saberse que como invitados de honor iban a asistir los oficiales franceses destacados en Pola y Campomanes, el «todo» Lena se abstuvo de ir.

A la hora de abrirse el baile sólo estaban en los salones la oficialidad y las tres o cuatro familias que habían en la villa renegado de su condición de buenos patriotas.

Ante aquel desprecio, montó en cólera el jefe de las fuerzas ocupantes y dio orden de que formase en la plaza de la iglesia el grueso de sus tropas. Y empezó la ruin venganza. Dio comienzo la llamada «Noche triste de Lena». Adornando la antigua plaza Mayor había un antiquísimo castañar. De él fueron ahorcados cinco destacados lenenses, a quienes sacaron de sus domicilios. Prendieron fuego al Ayuntamiento y a la iglesia. Quemaron imágenes, respetando sólo la de San Martín de Tours, por aquello de ser francés. La «Noche triste» se completó con el allanamiento de varias moradas, en las cuales cometieron las tropas francesas toda clase de tropelías.

El castañar fue entonces conocido por los lenenses como el «Castañar de las Ánimas», y fue un símbolo durante muchos años para el pueblo; fue un símbolo hasta que una impopular medida municipal ordenó talarlo. Aunque creemos que se hubiese podido conjugar la conservación de tan extraordinario símbolo de amor patrio y la expansión de una plaza que en aquella época, finales del pasado siglo, no representaba problema ni para la expansión de los lenenses, ni mucho menos para el tráfico o embellecimiento del lugar. Una desdichada resolución municipal fue causa de grandes polémicas.

Se arrojó fuera de nuestras fronteras al invasor. Y Lena alzó otra iglesia y otro Ayuntamiento. Y creó un Ateneo, donde celebrar los tradicionales bailes y donde en 1914, antes de dar comienzo una de esas fiestas en la noche del Corpus, se celebró una velada literaria en honor de aquellos patriotas asesinados en la «Noche triste».

Y el resentimiento contra el Patrono se hizo patente. La devoción hacia el santo decayó gravemente y se planteó sin reparos por el pueblo y autoridades la conveniencia de trasladar los festejos patronales. Y en esto dejó hacer sentir su influencia la tradición dominica de Lena. Se celebrarían fiestas y ferias en honor de la Virgen del Rosario, fue el acuerdo unánime. Y surgieron dificultades en cuanto a la fecha. En aquella época tenía esto gran importancia, por aquello de las ferias de ganado. Cabañaquinta y Riosa, concejos limítrofes, celebraban sus fiestas en honor también de la Virgen del Rosario. En las deliberaciones se llegó a la conclusión de que no podían coincidir con las de Cabañaquinta y se dejó bien sentado —algo que luego se olvidó alguna vez— que las fiestas comenzarían siempre el segundo viernes de octubre. Había una razón: Cabañaquinta celebra su feria el primer viernes. Lena comenzaría los festejos al viernes siguiente y el sábado sería la feria.

La festividad de San Martín de Tours dejó de ser fiesta local, y hoy es una fecha que pasa completamente desapercibida para los lenenses.

Luego hubo algún que otro intento por trasladar las fiestas mayores al verano, a cualquier fecha en que el tiempo fuese más estable. Menos otoñal. Pero no prosperó nunca el intento. Poco a poco la devoción a la Virgen del Rosario fue anidando en los lenenses y hoy pensar en un nuevo traslado es algo quimérico e irrealizable.

Y alcanzaron fama nuestras «ferias», que llegaron a su cenit en los años que van desde 1894 al 98. Eran los años de las obras del Pajares. Cuatro mil hombres buscaban su Eldorado en el tendido del ferrocarril a través del puerto payariego. Buenos jornales y hombres de todas las latitudes cuya principal virtud en ellos no era precisamente el ahorro. Ferias aquellas que marcaron una época. Había en Pola tres cafés cantantes. El sábado y el domingo el río de gente desbordaba la capacidad de albergue de la villa. Durante todo el sábado y domingo, a la noche, había trenes extraordinarios entre Lena y Fierros para trasladar a los de «encarrila» que iban y venían a las ferias. En el 97 se discutió la conveniencia de suspender los festejos para evitar aquella invasión, pero no se tomó tal medida. Además, casi todos los sábados del año, sobre todo los que coincidían con la paga, la Pola sabía de aquella invasión, no siempre pacífica, por los obreros del ferrocarril.

Y así fue contado a grandes rasgos cómo nacieron les «feries». Nuestres «feries».
 
Notas:
Algunos eventos pueden variar las fechas.
Página oficial del Ayuntamiento de Lena para solicitar información adicional.

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